miércoles, 15 de febrero de 2012

Morenadas

Durante el mundial del 1978 en la sede de Mar del Plata, el equipo brasilero de futbol había llegado con una banda de al menos 500 músicos que tocaban interminablemente durante cada partido de la selección haciendo temblar el estadio y marcando el ritmo del juego. Ese cuento que podría haber sido de Fontanarrosa quedo en mis oídos de futbolista amateur resonando casi como una fantasía: Jugar al ritmo de una orquesta

La Canderlaría es una fiesta patronal muy afamada por sus bailes sin tregua que se hacen en Puno y que duran una semana en continuado. Uno de nuestros colaboradores no había dicho que esto es una de las cosas que merece la pena ser vividas y ahí nomás nos quedó latente La Candelaría.

Una vez en Puno, Luis Delgado, quien simpatizo con nuestro tatú traído desde El Plata nos invito al ensayo de su agrupación. Eran las 8 de la noche, hora clave, y el cielo postergaba todo con una copiosa lluvia, así escalamos las cinco cuadras hasta el parque. allí el agua había menguado, las fuertes pendientes drenan rápido y ya se escuchaba a la banda con mucho viento que rápidamente ponía toda la garra desde unas gradas y uno chicos empezaban a merodear una pelota en la canchita de cemento de al lado mientras el conjunto de baile unos 80 señores, mamachas, pibes y señoritas permanecían refugiado bajo los balcones de la vereda y en la tienda, calentando el cuerpito con alguna que otra espirituosa. Ese era la situación eran cuatro, y nosotros dos, tres contra tres sería el reto o el reto sería jugarlo a 3800 mts? nada importaba, no hubo muchas distracciones la banda seguía tocando y la pelota comenzó a rodar.

Pero aún no había sucedido lo mejor. Una vez disipadas las nubes, al menos momentáneamente las cholas de la agrupación “Rey Moreno San Antonio” empezaron a bajar al cemento como pidiendo que comiencen los acontecimientos que las habían llevado hasta el lugar. Los Kaporales, hombres y muchachos siempre más lerdos como en cualquier lugar del mundo, comenzaban a bajar las gradas. La banda seguía tocando, el partido de futbol ya había finalizado y ahora Las Morenadas se hicieron lugar.

Baile simple, que grupal se hace sentido, popular, donde los pequeñas variaciones de estilo son tan sutiles como desapercibidas para ojos extranjeros. Así paso el calentamiento con unas cuantas ruedas de pasos simple, y llego el coreagrafo a puro pito. Reto a todo el mundo y nos puso a trabajar, nos puso a ensayar la entrada al escenario. Esa noche aprendimos los pasos, esa noche fuimos Kaporales de la agrupación Rey Moreno San Antonio. Dado nuestro respetable desempeño bajo el son de los platillos y trompetas, probablemente todos nos esperarían al ensayo de la noche siguiente. Pero nunca llegaríamos, teníamos un compromiso ineludible con las rutas bolivianas, un compromiso casi tan grande como el que ahora sentimos por formar parte alguna vez en la vida de las morenadas durante La Candelaría en Puno, Perú.

Y la banda siguió tocando durante el partido y el ensayo. 

Las primeras bailarinas haciendo calentamiento bajo la atenta 
mirada del coreógrafo.

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